2 Ry 22:11 Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos.
Me imagino la escena, están leyendo, por ejemplo, Deuteronomio 28
15Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. 16Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. 17Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar. 18Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. 19Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir.
Y entonces Josías, se llena de espanto… si esto es verdad, habrá pensado, “estamo al horno con papa” y a renglón seguido se tomó la túnica y la rasgó en señal de duelo.
Me pregunto… ¿no extrañará Dios gente que tiemble ante su palabra?
Is 66:2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.
Necesitamos recuperar ese temor ante la palabra de Dios, necesitamos ese temblor divino en nuestras vidas. La Biblia es sin duda el libro más vendido y leído año tras año, sin embargo, yo creo que Dios anhela que sus hijos temblemos ante su palabra. En mi opinión, occidente ha domesticado nuestros procesos y ha hecho que la palabra sea un proceso mental, antes que espiritual.
Leemos, por ejemplo, Mal 3:9 “Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.” Y en vez de temblar, argumentamos… “El diezmo, ¿es del antiguo o nuevo pacto?” o “Que nadie se sienta obligado, este un privilegio que tenemos los creyentes.”
Necesitamos darnos cuenta que si la palabra es verdad, cuando le robas a Dios inmediatamente entras en maldición. Cést Fini.
El primer impacto que sintió Josías fue espiritual… le “pegó en el ojo” la Palabra y se sintió fuera de plomo. Con 26 años Josías fue sensible a la palabra y se humilló. El oír lo que Dios decía le movió el piso y se estremeció.
Dios está cansado de nuestras “espiritualizaciones” en la interpretación de la palabra, en nuestras rebajas en las demandas, en nuestras justificaciones pueriles ante Su mandato.
El otro día me hablaban del éxito profesional de un hombre que Dios lo llamó al servicio. Me consta que le he hablado innumerables veces sobre ello, se que lo sabe, es alguien excelente, fácil de querer… mientras me decían sus logros, me alegraba, pero interiormente pedía que Dios le de la posibilidad de arrepentirse… no esta mal triunfar en la vida profesional, lo que está mal es hacerlo relegando tu llamado y tu propósito. Yo sé que hace esfuerzos, pero el y yo sabemos que Dios le demanda más. Oró para que tiemble ante Su palabra.
En la escuela dominical me enseñaron a cantar: “Tu Santa Palabra, Señor, en mi corazón guardaré, para ya no pecar, para ya no pecar, contra Ti.”
Hoy es un día para leer la Palabra de Dios con un temor reverente. Preguntarnos: ¿Qué me dijo Dios y he estado soslayando? ¿Hay algo revelado ante lo cual estoy rebelado? ¿Estoy demorando la obediencia en algo? Es tiempo de rasgar los vestidos y temblar ante su palabra.